Por Norges C. Rodríguez Almiñán
Entre los días 24 y 26 de noviembre tuve la posibilidad de participar en el encuentro: “En busca de la memoria positiva. A 50 años de la UMAP” que tuvo lugar en el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo Cuba.
A este encuentro fueron invitados personas que estuvieron durante algún tiempo recluidos o reclutados (y esto depende de quien lo diga) en las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP). La mayoría de los que en esos días allí se reunieron eran religiosos que en los años 60 del siglo pasado entraron dentro de las categorías de ciudadanos escogidas por el gobierno cubano de la época para ser “re-educados” mediante el trabajo. En ese periodo, homosexuales, músicos, escritores, religiosos o personas que no estaban de acuerdo con el gobierno fueron enviados a campos de trabajo agrícolas en la provincia de Camagüey junto a delincuentes comunes que cumplían condenas en varias cárceles del país.
Fue una experiencia interesante y triste a la vez que me permitió compartir con personas que sufrieron uno de los periodos más dolorosos de la historia más reciente de nuestro país. Conversar con ellos, con sus familiares y escuchar las anécdotas sobre esa época me hicieron pensar en todo el sufrimiento que los acompañó. Pero lo más interesante de este encuentro fue la predisposición que muchos de ellos mostraron hacia el perdón y a la reconciliación. A pesar de las vejaciones sufridas durante el periodo que estuvieron recluidos allí y las discriminaciones posteriores, muchos de estos hombres que hoy rondan los setenta años de edad, dicen no guardar rencor a los culpables, incluso -y esto fue para mí lo más notable- entre los participantes estuvo un señor que en aquella época trabajó como militar en una de estas unidades y que hoy, cincuenta años después, se reunió y comió en la misma mesa con quienes en aquella época eran obligados a trabajar bajo el mando de oficiales o reclutas como él.
Cuando me senté a escribir sobre lo que había sucedido en durante esos días en Cárdenas me trabé más de una vez. Quería hacer un resumen sobre los testimonios, sobre los debates acerca de si aquello fue o no influencia soviética o sobre cómo vivieron aquel fenómeno las hijas y madres de esos hombres, pero al final de todo con lo que me quedé fue con el perdón.
Y es que me puse a imaginar cuantas cosas tenemos que perdonarnos unos a otros y cuanto beneficio tendrá para el futuro de Cuba que nos encaminemos por el sendero de la paz, que eliminemos de una vez la violencia, la desconfianza y la intolerancia que 50 décadas después aun acompaña las mentes de algunos. Yo quisiera que de aquí a cincuenta años no nos reunamos los jóvenes de hoy para recordar pasajes dolorosos, sino para conmemorar que fuimos capaces, a pesar de nuestras diferencias, de construir un mejor país.
una opinión con respecto a los homosexuales llevados a la umap… recordar que cuba es una sociedad con fuertes raíces machistas y patriarcales… existía el criterio que el trabajo podía convertir en «hombres» -como si no lo fuesen- a los homosexuales…
tengo un amigo que a su vez tiene un amigo que cometió un «delito» estando en el servicio y lo mandaron a cuidar a los presos de la umap… dice que: «los que habíamos hecho algo estábamos cuidando a los que no habían hecho nada…»
no sé que opinión tengas del reverendo raúl suárez… él también estuvo en la umap…
Un mejor país. Jajaja