Por: Norges C. Rodríguez Almiñán
Hace doce meses [1] publiqué por primera vez en este blog, pero a veces me pongo a pensar en cómo llegué hasta aquí y la memoria me lleva mucho más atrás.
Siempre fui un tipo de números, las letras nunca fueron mi fuerte, las ciencias exactas se me daban bien mientras que las otras las sacaba porque estaban en el programa (las sacaba bien, pero no me gustaban). Recuerdo que tenía, y todavía es así, una caligrafía pésima y me resultaban fastidiosas tantas reglas y conceptos que debía aprender de memoria, a pesar de todo eso me gustaba un mundo la lectura, de la mano de mis padres llegué a la literatura pero sobre todo a una colección de revistas que había en casa: “Bohemia”, “Caimán Barbudo”, “Revolución y Cultura”, “Tiempos Nuevos” (de los años de Glasnost y Perestroika), “Correo de la UNESCO” y otras que no recuerdo y que lamentablemente han ido desapareciendo. También escuchaba mucha radio, la cubana pero sobre todo en la que venía de más lejos. La Onda Corta me acompañó por esos años, escuchaba Exterior de España, Nederland, alguna colombiana o venezolana y aquella que violaba, y aun lo hace, tratados internacionales y para la que llenamos (no sé porque uso el plural acá) las ciudades de antenas interferentes en lugar de elaborar una política comunicacional creíble, coherente y aterrizada.