La hora de la revolución digital para cuba

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Foto: Taylor Torres Escalona

Por Norges C. Rodríguez Almiñán

Hace unos días el New York Times  publicó un artículo en el que analizaba el tema del acceso a Internet en Cuba. Yo he leído con detenimiento los reacciones que ha generado dicho texto y he conversado con amigos y colegas sobre el tema. Luego, me he puesto a pensar en todo lo que conspira contra el despliegue de infraestructura que permita el acceso a Internet en nuestro país.

Es un hecho que el miedo a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (que no solo se trata de acceso a Internet) y a las dinámicas participativas que estas generan en las sociedades constituye un fuerte escollo para quienes dirigen el país. No hay más que observar los comportamientos autoritarios para con algunas expresiones críticas del arte y la sociedad en general y como muchos de estos procesos han estado relacionados con el incipiente acceso a internet ¿Cuántos no han sido cuestionados por lo que han escrito en sus blog? ¿Cuántos no han perdido su trabajo por contar en sus bitácoras lo que todos comentan en la calle? También hay que revisar la historia para constatar que hasta hace unos años entrar al país un equipo reproductor de video (VHS primero, DVD después) o una computadora personal era un privilegio que tenía que autorizar alguien con rango de ministro. Si hacemos memoria recordaremos además que hasta 2008 tener un teléfono celular estaba vedado para los cubanos y que hasta hace muy poco conectarse a internet fuera de una institución estatal (en un hotel, sala de navegación o red inalámbrica) solo le estaba permitido a los extranjeros que visitaban Cuba y los cubanos residentes en el extranjero. No sé si alguien puede explicarme estos comportamientos con argumentos tecnológicos, pero si existe esa persona me gustaría mucho escucharla.Leer más »

De cuando un discurso no contribuye al proceso

 

Chama esto te lo debía

no solo a ti.

No todo está perdido, men …

Por: Norges C. Rodríguez Almiñán

Hace unas semanas un colega bloguero fue cuestionado por expresarse en su bitácora. Se le dijo que en ocasiones su discurso no “contribuía al proceso revolucionario”. Dicho cuestionamiento fue acompañado de otras argumentaciones y consejos que alguien perspicaz puede interpretar como burdas amenazas.

Me ofrecí para denunciar el hecho pero este amigo no quiso que la situación trascendiera. Prefirió callar y acatar los “consejos” de los censores. Es por ello que este post no analizará tal situación, solo la tomará como punto de partida para tocar una vez más el tema de la censura y de lo “revolucionario”.

A lo largo de estos años una y otra vez algunos personajes se han arrogado el derecho de decidir que deben pensar y expresar los ciudadanos de este archipiélago. Bien conocidas son las historias de artistas “parametrados”, de lamentables congresos y de grandes escritores desempolvando libros en inmundos almacenes de bibliotecas. En el recuerdo aun están los campos de trabajos para los “incómodos” y salidas definitivas del país de aquellos que, para ciertos círculos (de poder) no poseían el derecho de expresar libremente sus criterios.

En los últimos años se percibe la intención de resarcir todo el daño que en nombre de lo «revolucionario» se le infringió a la nación y a la cultura nacional. Pareciera entonces que en esta época de disculpas -que no han salido de boca de nadie- ya no se cometieran los mismos errores. Pero lamentablemente siguen allí. Se sigue cuestionando y poniendo a consideración de una persona o de un reducido grupo, qué contribuye o no al “proceso revolucionario”.

Ya tanto vaivén con el tema molesta, resulta tedioso y mata las ganas de hacer. Lo único que se logra es dar la impresión (y espero no pasar de la impresión a la certeza) de que los intereses de la Revolución se contraponen a los de la Nación.

No creo que dañe a la nación que se reclame una nueva constitución y un grupo de leyes que no acaban de llegar o que llegan viciadas por verticalismos ¿Daña esto a la Revolución?

Desear que los órganos legislativos cubanos sean realmente populares y que ciertamente empoderen a los ciudadanos, le ofrecería a la nación herramientas para consolidarse ¿Renuncia a esas herramientas la Revolución?

Denunciar el fraude y analizar las debilidades que tiene hoy en el sistema de educación cubano fortalece a la nación ¿y a la Revolución?

Si algunos jóvenes del país deciden, en medio de tanta apatía, participar, cuestionar y exigir lo que consideren, la nación y su futuro se beneficia ¿Ocurrirá lo mismo con la Revolución?

Construir un ambiente de consenso y diálogo en el que todos, sin distinción, tengamos el derecho a participar desde posiciones diversas en los destinos del país, nos llevará como nación por un camino de paz y prosperidad ¿Renuncia la Revolución a recorrer ese camino?

Larga, larguísima sería la lista que pudiera hacerse y numerosas interrogantes quedan por formular. Esperemos que conceptos arcaicos y nada revolucionarios dejen de lastrar el nacimiento de una sociedad civil que ayude a consagrar el anhelo martiano de una nación para todos.

Mi amigo continuará su vida “normal”. Ahora cuestionará y alzará su voz en la intimidad del hogar o en espacios privados, solo allí. Seguirá creyendo que esto no tiene arreglo, que es mejor dejarlo así. Y estoy casi seguro que, en este instante, muy poco le importa si en lugar de ridículos aduaneros contando calzoncillos, necesitamos un mercado mayorista o si en el Parlamento alguien -a quien no “aconsejará” ningún censor- insólitamente vota “no”.

Amigo Luis

Por: Norges Carlos Rodríguez Almiñán.

Amigo Luis he leído con detenimiento su post sobre una propuesta que dejé en la plataforma change.org, debo decirle que no hay motivos para que sienta preocupación ni para que la paranoia se apodere de su mente, no se trata de una patraña del Imperialismo, no que va, nada que ver con la SINA, ni con la USAID, con el Grupo Prisa o con los Medios Occidentales.

Yo al igual que usted soy unos de esos cubanos que se ha abierto un blog gracias a conexiones que el gobierno paga con el dinero público (dinero nuestro) y lo he hecho a expensas de cuestionamientos, porque según las leyes y resoluciones que regulan estos temas en nuestro país, debemos usar esa conexión solamente para cuestiones de trabajo (usted lo debe saber) y salvo los periodistas ningún otro profesional con acceso a internet en Cuba tiene dentro de su contenido de trabajo expresar sus ideas en la red de redes.

Usted habla de los peligros que le ve a esta petición y lo que ha conversado con otros, pero deja a sus lectores, en los que me incluyo, sin saber cuáles son esos peligros, lo que sí le puedo asegurar que el único peligro latente es que mañana un funcionario, de esos que temen a la tecnología, cuestione la pertinencia de mi acceso y quizás hasta la permanencia en mi puesto de trabajo por no usar internet para “lo que se debe”.

En cuanto a lo que le gusta o no del texto en la petición, le diré que no es un texto rígido, no es irreversible, es perfectible, si se puede cambiar algún aspecto con tal de que personas como usted se sumen pues lo cambiamos, a mí por ejemplo me ha gustado mucho esto:

(…)yo quiero internet para el músico, el cuentapropista, el médico, el maestro, el estudiante; pero también para la auxiliar de limpieza, el que barre las calles de mi barrio, el panadero que hace el pan agrio que me como a veces, el que limpia los zapatos en la esquina y hasta para los que viven en los barrios marginales a los que el gran Silvio ha decidido cantarles.”

Y si me lo permite lo agrego a la petición.

Me hubiera gustado hacer la petición en una plataforma nacional pero lamentablemente no la tenemos, incluso hubiera preferido que no fuera a través de ninguna plataforma que mis compatriotas no pueden ver, lo ideal sería que lo reclamara un diputado o un grupo de ellos en las sesiones de nuestro Parlamento para que TODOS lo viéramos por la televisión, quizás en vivo (espero que un día dejen de editarlas y poner luego un extracto de lo que allí sucede), o que uno de los panelistas de la Mesa Redonda lo solicitara en el programa, pero eso amigo mío es más complicado ¿no cree?

Usted se niega a aceptar que nuestro gobierno es responsable de que no tengamos ese servicio pero yo tengo una opinión diferente ¿y qué bueno eso de que todos no pensemos igual? Es muy bueno porque de esa manera no contribuimos a la falsa unanimidad.

Mi criterio amigo Luis es que hay miedo con el tema, creo y es una opinión muy mía, que las condiciones tecnológicas están creadas pero falta voluntad política para iniciar el despliegue y que la opinión de esos funcionarios que siguen pensando a la antigua pesa mucho todavía.

No sé si aclaré alguna de sus dudas, me sentiría muy bien si así fuera, debe saber que yo soy un joven cubano que quiere lo mejor para su país y le molestan las cosas que no andan bien, no soy un extraterrestre también como pan agrio, arroz y chícharo en el comedor obrero y espero cada mes las 17 onzas de pollo que dan en la carnicería, me monto en la guagua, remiendo los zapatos que se me despegan cuando llueve porque son de mala calidad y “lucho” la recarga del móvil con mi familia “de afuera” porque el salario no me alcanza y el servicio es caro.

Por otro lado también me gusta mucho Silvio, tengo todos sus discos y disfruté mucho su concierto en Santiago de Cuba hace unos meses (fue la primera vez que lo escuché en vivo) además vivo en uno de esos barrios marginales que usted menciona y Ojala algún día consiga que Silvio y/o Pablo den un concierto en mi barrio. Así que si quiere olvídese de la “clase media”, si es eso lo que le impide firmar la petición pues lo quitamos y “pal carajo”, ¡seguimos en combate! claro que sí.

Un año después

 

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Por: Norges C. Rodríguez Almiñán

Hace doce meses [1] publiqué por primera vez en este blog, pero a veces me pongo a pensar en cómo llegué hasta aquí y la memoria me lleva mucho más atrás.

Siempre fui un tipo de números, las letras nunca fueron mi fuerte, las ciencias exactas se me daban bien mientras que las otras las sacaba porque estaban en el programa (las sacaba bien, pero no me gustaban). Recuerdo que tenía, y todavía es así, una caligrafía pésima y me resultaban fastidiosas tantas reglas y conceptos que debía aprender de memoria, a pesar de todo eso me gustaba un mundo la lectura, de la mano de mis padres llegué a la literatura pero sobre todo a una colección de revistas que había en casa: “Bohemia”, “Caimán Barbudo”, “Revolución y Cultura”, “Tiempos Nuevos” (de los años de Glasnost y Perestroika), “Correo de la UNESCO” y otras que no recuerdo y que lamentablemente han ido desapareciendo. También escuchaba mucha radio, la cubana pero sobre todo en la que venía de más lejos. La Onda Corta me acompañó por esos años, escuchaba Exterior de España, Nederland, alguna colombiana o venezolana y aquella que violaba, y aun lo hace, tratados internacionales y para la que llenamos (no sé porque uso el plural acá) las ciudades de antenas interferentes en lugar de elaborar una política comunicacional creíble, coherente y aterrizada.

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