Cuba: El camino hacia la conectividad

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Foto: Taylor Torres Escalona

Por Norges C. Rodríguez Almiñán

En un post anterior escribí algo motivado por el artículo que publicó el New York Times sobre el acceso a internet en Cuba. En ese post prometí proponer vías posibles para el desarrollo de sector en Cuba, por lo que ahora pretendo compartir algunas ideas sobre el tema.

El editorial del New York Times proponía a Cuba una alianza con Google para lograr el acceso masivo a internet en el país, sin embargo yo creo que no es saludable que ETECSA, que hoy es un monopolio, se asocie solo con una empresa extranjera (sea Google o China Telecom), hacerlo así puede reproducir, aunque con mejor tecnología, los males que le son inherentes a los monopolios.

Abrir el mercado de las telecomunicaciones a la competencia de varios operadores puede ser una de las posibilidades. Varios países del área lo han hecho y han tenido resultados que en algunos casos han sido modestos y en otros más significativos, pero todos han logrado índices de penetración de banda ancha móvil y fija superiores a los de Cuba. En ese escenario Google podría ser una empresa más, compitiendo en un ambiente de licitación junto empresas como Digicel, China Telecom, Orange, Vodafone, Telmex, etc. En este escenario habría que definir qué papel jugaría ETECSA, si desaparecería siendo absorbida por los nuevos operadores, si se sumaría a la competencia con estas empresas o si se convierte en un operador “mayorista” de Telecomunicaciones, ocupándose solamente del transporte a través de la red nacional e internacional de fibra óptica y ofreciéndole al resto de los operadores “hilos” de fibra en arrendamiento para dejar que estos se encarguen de la llamada “última milla”.

Otra opción puede ser que se permita la creación por empresarios nacionales de Cooperativas de Telecomunicaciones. Estas cooperativas se encargarían de la última milla y según las legislaciones vigentes estas pueden beneficiarse de la inversión extranjera directa y clasifican además como ese “sector no estatal” que puede hacer negocios con empresas de Estados Unidos.

Este proceso no debe desligarse de la creación de una legislación clara y transparente, no solo la relacionada con la inversión extranjera, es necesario elaborar una Ley de Telecomunicaciones (también necesitamos un mejor Parlamento  para discutirla, pero ese es otro tema) que acompañe la apertura del sector. En esa legislación deben estar bien definida las responsabilidades de las empresas, debe garantizarse un ambiente de competencia en la que ninguna obtenga privilegios sobre las otras, debe exigírsele responsabilidad social y esto puede implementarse a partir de un impuesto específico que se utilice para crear un Fondo para el Desarrollo de las Telecomunicaciones o con la reducción de tasas impositivas a las que ofrezcan servicios gratuitos a instituciones públicas, hospitales o centros educacionales. Esa legislación, debería tener en un lugar privilegiado al cliente, que suele ser en estos casos el más desprotegido, garantizando que, sin afectar las ganancias de las empresas, los ciudadanos del país tengan la posibilidad de acceder a servicios a precios asequibles para la mayoría de los bolsillos y que se respeten la privacidad de sus datos y de las comunicaciones que se realicen por esa vía. Otro de los aspectos que debe tener bien claro la legislación es la transparencia en el proceso de licitación, de manera que ninguna de las empresas concursantes salga beneficiado por manejos turbios y corrupción.

Yo soy del criterio de que el Estado debe jugar un papel importante en este proceso,  garantizando el cumplimiento de las regulaciones y la implementación de un grupo de Políticas Públicas que protejan a aquellos que, aun con precios asequibles, no podrán acceder a estos servicios; que incentive la necesaria alfabetización digital; que reduzca la brecha digital entre zonas urbanas y rurales; que potencie la creación de contenido digital de factura nacional y la innovación tecnológica. Creándose de esta manera un ambiente en el que más allá de la cantidad de teléfonos móviles por habitantes y las velocidades de conexión, lo que prime sea el factor humano y su potencial para, usando estas tecnologías, generar beneficios económicos y espirituales tanto en el plano individual como colectivo.

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